Con Barcelona a sus pies y un vermut en la mano, un par de señores charlan animadamente en la terraza del restaurante Martínez. A cada sorbo de la copa miran, por encima del hombro, los jardines de Mossèn Costa i Llobera que bajan por la falda de Montjuïc hasta la ensenada del puerto de Barcelona. Entre las más de 4.000 terrazas que abarrotan la ciudad, brotan los locales que atienden a su clientela desde otra perspectiva, desde las alturas.

A medio camino del parque, sobre la ladera que mira al puerto de Barcelona, un futbolín bermellón recibe a los clientes del últimochiringuito en las alturas que se ha abierto en la ciudad. Tres espacios al aire libre, para comer, tomar una copa o reunirse en un ambiente más privado, conforman la terraza del Martínez, que promete a sus clientes una cuidada carta de arroces y paellas, además de servicio de guardería.

De experiencias culinarias aderezadas con una dosis de vértigo también saben los responsables de “Dinner in the sky”, un joven proyecto internacional de restauración que se apeó en Barcelona hasta tres veces durante 2012: a 50 metros de altura, una grúa móvil autopropulsada sostiene una plataforma giratoria habilitada para dar de comer a 22 comensales. “El año pasado tuvimos una jornada abierta el público y dos contratadas de forma privada. Para 2014 ya estamos planeando volver a Barcelona”, señala una portavoz de “Dinner in the sky”. Por un precio que oscila entre 70 y 200 euros, los clientes pueden contratar el servicio y elevarse sobre la ciudad mientras disfrutan de un almuerzo gourmet.

Junto al Martínez y al proyecto portátil del “Dinner in the sky”, la oferta de restaurantes y terrazas en las alturas de Barcelona sigue aumentando. Al otro lado del puerto, un local más veterano saluda, a lo lejos, al recién estrenado Martínez. A 75 metros de altura, la Torre d’Alta Mar aprovecha la altitud de la estructura que comparte con el teleférico de Barcelona para ofrecer otra panorámica de la ciudad mientras se degustan los platos mediterráneos más tradicionales. También, la vigésimo tercera planta del Gran Hotel Torre Cataluña alberga el restaurante Visual, con Barcelona vigilando por los cuatro costados los menús que cocina el chef Jordi Romero.

Artículo: El País

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