La leche condensada consiste en leche a la que se le extrae parte del agua y a la que se le añade azúcar, resultando un producto espeso y delicioso.
A principios del s XIX, comienzan a realizarse investigaciones ante la necesidad de conservación de la leche en buenas condiciones ya que las situaciones que se daban hasta el momento para el ordeño y su conservación no eran las más adecuadas, provocando contaminaciones e intoxicaciones.
El científico francés Nicolás Appert realiza el primer paso para obtener leche condensada evaporando el agua que contiene la leche al baño maría.
Pasados unos años, William Newton añade azúcar al proceso aumentando así la vida del producto.
Y hacia mediados del s XIX será cuando ya se comience a comercializar, popularizándose su uso durante la Guerra de Secesión Norteamericana ya que la leche condensada formó parte de los alimentos con los que se abastecía a los soldados porque proporcionaba un gran aporte energético y las latas en las que estaba envasada resultaban prácticas y fáciles de llevar.
Ingredientes
120 gramos de harina
1 lata pequeña de leche condensada (400 gramos aprox)
75 gramos de mantequilla
4 huevos
1 sobre de levadura
1 pizca de sal
Ralladura de 1 limón
Zumo de 1 limón
Frambuesas para decorar (opcionales)
Elaboración
Para empezar, abrimos la lata de leche condensada, separamos 3-4 cucharadas y el resto del contenido de la lata lo vertemos en una fuente a la que añadimos los cuatros huevos batiendo estos dos ingredientes muy bien (podemos ayudarnos de unas varillas).
Continuamos derritiendo la mantequilla en el microondas y la sumamos a la mezcla anterior removiendo para que se integre en ella.
Toca incorporar a la fuente la harina, la levadura y la pizca de sal, mejor si lo hacemos tamizando ayudándonos, por ejemplo, de un colador fino.
Revolvemos todo hasta que se consiga una masa homogénea, momento en el que incorporamos los últimos ingredientes que son la ralladura y el zumo de un limón.
Mientras tenemos el horno precalentamos a 160 grados, preparamos una fuente engrasándola con un poco de mantequilla y vertemos en ella la masa.
Ahora, introducimos la fuente en el horno durante 50-55 minutos.
Pasado ese tiempo, comprobamos si el bizcocho ya está hecho y si es así, lo sacamos del horno, esperamos que temple antes de desmoldarlo y dejamos que enfríe completamente antes de decorarlo regándolo con las 3-4 cucharadas de leche condensada que reservamos y colocando alguna frambuesa sobre ella como punto final.
¡Buen provecho!