Cultura, costumbre.. nuestros hábitos moldean nuestros gustos. Mientras a algunos habitantes del planeta les repugna una pata de jamón o la casquería, a los españoles -y a los occidentales, en líneas generales- eso de comer insectos nos tira para atrás, vamos que hasta nos asquea.
Sin embargo, el concepto de comer insectos ha despegado en los últimos años en Occidente, más desde la ONU recomendara en 2016 su consumo como un alimento rico en proteínas que puede ayudar a paliar la hambruna en un planeta cada vez más poblado. Ahora, un nuevo libro sobre este tema, del que se dice que es el más completo publicado hasta ahora, vuelve a poner esta dieta de actualidad, pues realmente hemos oído hablar mucho de la materia pero poco de cómo saben los insectos o cómo prepararlos como alimento. Y es que ‘On Eating Insect’ aborda el consumo de manera completa: significados cultural, político y ecológico de comer insectos, historias del campo, notas de cata, recetas…
El sabor de los insectos
En general, los insectos tienden a saber a nueces, especialmente cuando están tostados, debido a sus grasas naturales y a sus exoesqueltos minerales y crujientes. De los grillos se dice que saben a almendra y de los gusanos, a patata. Los arácnidos son como una versión ligera y terrenal de los mariscos, particularmente del cangrejo y la langosta.
Los saltamontes, por su parte, son un exótico y crujiente plato, rico en proteínas, consumido en muchas partes del mundo, como en México y Uganda, donde los consideran una delicia.
Aquí dejamos un enlace con algunas recetas de http://es.wikihow.com/cocinar-saltamontes.
¿Te atreves?