La moda del gin-tonic ha llegado. Pero no vale que la sensación de la mezcla entre tónica y gin se deje pasar de cualquier manera. Se impone la calidad en el producto y si fueron las ginebras las que iniciaron hace tiempo una destilería del sabor y el aroma, también el mercado de la tónica se ha apuntado a la experiencia, pues son cada vez más los amantes de este combinado quienes cuidan todos los detalles de él.

Si observan, de un tiempo a esta parte no hay barra que se precie donde la Fever-Tree no tenga su espacio. Y ya se oye tanto la marca de ginebra como la de la tónica que el cliente requiere para combinarla. Ya la clásica Schweppes ha dejado de ser la más solicitada para pasar a ser una más entre las Fever-Tree, Q Tonic o 1724, por el momento las cuatro must del mercado.

El sabor de las ginebras premium no quiere ser enmascarado con excesiva carbonatación o sabores agresivos. Y en este sentido fueron los británicos Charles Rolls y Tim Warrillow quienes se lanzaron a buscar la mejor quinina natural hasta que la encontraron en el árbol de la fiebre entre la frontera de Ruanda y el Congo. Así, en 2005, nació Fever Tree. Con posterioridad, y en su afán de mejorar el gin-tonic, han lanzado otras tónicas con limón de Sicilia y especias mediterráneas.

Pero la carrera está por empezar y tanto Schweppes como la centenaria compañía de bebidas Fentimans y Boylan han lanzado sus productos para acompañar a ginebras secas o aromáticas: buscan la fórmula versátil que haga un perfecto maridaje con ambas.

Otra tendencia que va tomando cuerpo es la incorporación de frutas y especias a los combinados, grosellas, fresas, manzanas o especias como la canela van añadiéndose a la clásico limón o la verde lima. Para los puristas, que deciden la copa levemente alta y ancha como la acertada, esto es un mero motivo colorista que no aporta nada al sabor. Pero para quienes probar nuevas sensaciones es un elemento más del gin-tonic.

Además, la preferencia por el gin-tonic está revolucionando el mercado y es posible en este momento identificar unas 3.000 marcas de ginebra con peculiaridades en su destilado, entre las que destacan las premium de alta gama que mezclan desde el pomelo y la canela al enebro y la uva. Así, la Brockman, con su destilado de frutos rojos; la Citadelle Reserve envejecida en barrica de roble y de la que se comercializan 8.000 botellas al año o el punto cítrico de la Tanqueray Ten son algunas de las numerosas posibilidades. Pero a estas habría que sumar la GVine, la Hendrick con su exotismo del pepino o la aromática Blue Ribon que desprende olor a canela.

Ésto en cuanto a sabores y matices, pero también el diseño de sus botellas está perfilando un nuevo concepto que busca tanto la estética como la sorpresa de su exterior. Ejemplo de ello es el luto riguroso de la marca Bulldog que a su superficie negra acompaña un collar canino y la española Gin Mare que describe sensaciones de azul mediterráneo o la diafanidad de Maguellan que deja al descubierto el azul de la tonalidad de su licor.

Fuente: costadigital.es

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