El origen de muchos dulces y pasteles surgió por la necesidad de encontrar alguna forma de conservar los alimentos.
Las mermeladas preparadas a partir de frutas frescas y azúcares cocinadas durante un tiempo o la leche calentada con azúcar dejándola que se concentre son un ejemplo de ello.
Otros dulces, como por ejemplo el turrón, sirvieron para dar salida a la abundante producción de determinados alimentos, en este caso la almendra y la miel.
A partir del siglo XVI, con la llegada del cacao a Europa, se comienza a conocer y a tomar el chocolate al que tardaron en acostumbrarse por ser , al principio, una bebida fuerte y amarga, pero que con el tiempo pasaría a dar un gran impulso a la elaboración de dulces y pasteles.
Sea el motivo que sea el que llevó a preparar por primera vez el dulce de la receta de hoy, no podemos perder la ocasión de saborearlo.
Ingredientes
1 lámina de hojaldre
1 tableta de chocolate fondant
50 ml de nata líquida para repostería
1 cucharada de canela en polvo
75 gramos de nueces
1 pizca de sal
Elaboración
Comenzamos esta receta preparando el chocolate. Para ello, ponemos a fundir la tableta de chocolate junto con la nata en un cazo, a fuego suave para que no se caliente en exceso y se vaya derritiendo poco a poco, removiendo continuamente hasta conseguir una crema homogénea.
Dejamos que temple un poco y añadimos la cucharada de canela y la pizca de sal revolviendo hasta que se integren con la crema de chocolate y reservamos.
Pasamos a extender la lámina de hojaldre (que tendremos a temperatura ambiente) y vertemos sobre ella la crema de chocolate pintando con ella toda la superficie , espolvoreamos con las nueces partidas en trozos no muy grandes y enrolamos la lámina de hojaldre por la parte más larga.
No tenemos que olvidarnos de sellar los extremos, presionando con los dedos para que queden bien cerrados.
A continuación, cortamos el rollo de hojaldre en porciones de unos 2 cms de grosor y las vamos colocando sobre la bandeja de horno forrada con papel vegetal.
Preparada la bandeja, la introducimos en el horno a 180 grados durante 15-20 minutos.
Viendo que el hojaldre ya está dorado, sacamos la bandeja del horno y dejamos que las roscas enfríen por completo para pasarlas a una fuente.
Podemos bañar las roscas con un glaseado preparado con unas gotas de zumo de limón y azúcar glas en cantidades justas para que se forme una mezcla un poco espesa.
¡Buen provecho!